El Cociente Intelectual (impropiamente denominado “coeficiente intelectual”) es una puntuación procedente de uno o varios tests estandarizados con los que se pretende medir la inteligencia de una persona. El término C.I. procede del alemán Intelligenz-Quotient, propuesto por el psicólogo alemán William Stern en 1912, como un método de puntuar los recientemente aparecidos test de inteligencia como los desarrollados por Alfred Binet y Théodore Simon a principios del siglo 20.
La inteligencia lógica o capacidad de establecer relaciones entre elementos diferentes entre sí (por ejemplo ¿en qué se parecen unos zapatos, unos pantalones y una camisa?…”en que son prendas de vestir”) se considera una aportación valiosísima que la evolución ha facilitado a la especie humana para hacer más rápidos y potentes sus aprendizajes y, de este modo, adaptarse mejor al medio. La vida, al fin y al cabo, es simple, pura y constante, adaptación al entorno…
La escolarización de niños y adolescentes es un fenómeno social que pretende dotar a las nuevas generaciones de múltiples aprendizajes: curriculares, sociales, emocionales,…. En la medida que la inteligencia de un escolar -medida mediante C.I. u otro método- sea mayor, es de esperar que sus aprendizajes sean más rápidos y menos costosos y al contrario: tener una inteligencia menor permite predecir unos aprendizajes más lentos y con mayor necesidad de esfuerzo. En modo alguno, la baja puntuación en C.I. sería nunca un factor causal del fracaso escolar.
El resumen de las investigaciones sobre inteligencia y rendimiento humano, llevadas a cabo durante el siglo XX, nos ha permitido establecer como conclusión provisional (como todas las conclusiones en Ciencia) que la inteligencia NO ES UNA VARIABLE DETERMINANTE NI DEL ÉXITO NI DEL FRACASO, pero SÍ ES UNA VARIABLE MODULADORA DEL ÉXITO ADAPTATIVO EN TODOS LOS ÁMBITOS DEL DESARROLLO HUMANO.